Opinión - 8 de noviembre de 2022

¿Tendrá Sharm la COP27?

- Foto de Kiara Worth

Escrito por Bertrand Piccard 4 min lectura

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Con cada conferencia sobre el clima que se aproxima, un exceso de expectativas crea frustración, pero no esperar lo suficiente muestra una falta de ambición. ¿Cómo navegar entre el optimismo y el pesimismo?

Los que se dan cuenta de la gravedad de la situación nunca encontrarán el acuerdo final lo suficientemente vinculante. Los demás siempre tendrán la sensación de estar haciendo sacrificios exagerados. En cualquier caso, es demasiado pronto para cuestionar el resultado. Al contrario, esforcémonos por mostrar soluciones concretas que animen a todos a actuar para que su resultado sea positivo, y ya contaremos los números el último día.

Hace un año, salí de la COP26 de Glasgow haciéndome la pregunta "¿mal final o nuevo comienzo? Merecía ser formulada porque, como suele ocurrir en las conferencias internacionales, y quizá más cuando se trata del clima, nos quedamos con la sensación de que la tarea no había terminado. El aplauso final se estropeó con la bofetada final cuando la simbólica y fuerte semántica "eliminar el carbón" fue sustituida en el último minuto por "reducir el carbón". ¿Será la COP27 una excepción a la regla, en un contexto geopolítico que no juega necesariamente a su favor y que incluso empuja a ciertos países a recurrir a la semántica "vuelta al carbón"?

Como en cada edición de la COP, se dice que es la última oportunidad para preservar el futuro de la humanidad, y esto es aún más cierto hoy en día cuando leemos el reciente informe sobre la brecha de emisiones. A pesar del llamamiento a reforzar las "Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional" (NDC), esos compromisos que los países deben asumir para reducir sus emisiones, la falta de avances desde Glasgow es flagrante y nos deja muy lejos de los objetivos del Acuerdo de París. En el estado actual de las NDCs, hablamos ahora de una probabilidad del 66% de limitar el aumento de las temperaturas a unos 2,6 grados, lo cual es inaceptable. Esto no dejará de aumentar la sensación de eco-ansiedad que me interesa particularmente como psiquiatra y sobre la que tendré ocasión de volver en una próxima crónica durante estas dos semanas.

Por eso, sin duda, el primer objetivo de la Presidencia egipcia será examinar en detalle estos planes de aplicación definidos en las NDC, cuestionar su bajo nivel de ambición y empujar a los países que aún no han iniciado este proceso a hacerlo. El periodo de compromisos y promesas ha terminado.

La transición ecológica tendrá que presentarse no sólo como posible, sino también como atractiva para todos. Los egipcios lo han entendido bien, comprometiéndose a hacer de esta conferencia un ejemplo de inclusión, tanto para los países en desarrollo como para todos los actores representados, la sociedad civil, los jóvenes, el sector privado. En este contexto, el Ministro de Medio Ambiente me ha pedido que prepare una selección de soluciones para los países más pobres. La Fundación Solar Impulse ha identificado un centenar de ellas y ha seleccionado 5 que se presentarán en Sharm El-Sheikh.

Estoy encantado de que, por primera vez, se dedique un día entero a este tema de las soluciones. Se trata de muchos signos prometedores que deberían mostrarnos que la situación está cambiando poco a poco y permitirnos dar por fin un giro real hacia la transición ecológica.

Las finanzas serán también uno de los temas principales de esta COP27. Como primer país africano que acoge la COP en 6 años, Egipto se esforzará por garantizar que los países en desarrollo reciban los fondos necesarios para adaptarse al cambio climático y financiar sus propias transiciones ecológicas. El objetivo, aún no alcanzado, de los 100.000 millones anuales volverá a figurar en la agenda.

Si la financiación es el "motor" y las tecnologías el "vehículo" de la transición ecológica, el "conductor" sigue siendo el actor principal de su éxito. Este es el papel que deben desempeñar los políticos. Ya lo había subrayado durante la última COP, pero estos últimos doce meses en los que he estudiado más de cerca los marcos legislativos me han confirmado que las soluciones por sí solas no son suficientes. Se necesitan mecanismos que las lleven a los mercados, con normas y estándares ecológicos ambiciosos que creen la necesidad de utilizarlas. Es aquí, en el plano legislativo, donde hay que innovar para modernizar unas leyes demasiado a menudo anacrónicas. La Comisión Europea ha abordado esta cuestión con valentía, sólo queda que la comunidad internacional siga su ejemplo.

Desde Sharm El-Sheikh, volveré diariamente a esta sección, comentando los éxitos y las decepciones de esta COP27, que debe materializar la transición de las promesas a la acción.

Publicado por primera vez en La Tribune y en el periódico suizo Le Temps

Escrito por Bertrand Piccard en 8 de noviembre de 2022

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