Noticias - 14 de noviembre de 2024

COP29: Pasar de las indemnizaciones a las inversiones

Escrito por Bertrand Piccard

Información

Esta página, publicada originalmente en inglés, se ofrece en español con la ayuda de traductores automáticos. ¿Necesita ayuda? Póngase en contacto con nosotros

Esta COP29, como las demás, es denostada incluso antes de empezar. Se la califica de conferencia de transición, de poca importancia, en comparación con la que se celebrará el año que viene en Brasil. Pero, en realidad, aborda la cuestión candente de la financiación de la lucha contra el cambio climático, un gran factor que hay que redefinir y movilizar. Para empezar, hay que superar el umbral anual de 100.000 millones de dólares prometido desde hace años por los países del Norte a los del Sur, una forma de compensación para ayudar a financiar la lucha contra un fenómeno al que los países del Sur Global han contribuido muy poco.

A la llegada de las delegaciones a Bakú, la adopción del orden del día ya tropezaba con esta cuestión. En particular, los países "donantes" quieren incluir a China y Emiratos Árabes Unidos entre las naciones que deben contribuir a este fondo en lugar de beneficiarse de él.

Siendo realistas, este debate ya no debería considerarse relevante. Hace unos años, la financiación de la lucha contra el cambio climático podía considerarse una forma de caridad, pero ya no. Ese es el mensaje que debemos transmitir. La acción climática ya no es un coste bajo o alto: con soluciones que son a la vez limpias y rentables, se ha convertido en la oportunidad de inversión del siglo.

En la mayoría de los países, las energías renovables son ahora más baratas que los combustibles fósiles y la ineficiencia energética cuesta una fortuna cada año. Por no hablar del potencial de la economía circular.

Pensemos en esto: reutilizar las aguas residuales para calentar los edificios, transformar los residuos en materiales de construcción, aprovechar el calor de los centros de datos para calentar las ciudades, optimizar la gestión del agua y de la energía gracias a la inteligencia artificial, o simplemente desplegar masivamente la capacidad de las energías renovables para sustituir el uso de combustibles fósiles, sobre todo en los países del Sur, mayoritariamente importadores, que podrían así liberar recursos para sus economías locales.

Con unas previsiones que superan los 1,5 ºC de aquí a 2030, y con seis de los nueve límites globales rebasados -como la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento del agua dulce, entre otros-, sabemos que el coste de la inacción sería aún mucho más elevado. También desde este punto de vista, debemos hablar de la acción por el clima como una inversión y no como un coste. ¿Bastará esto para unir a todas las ideologías e incluso convencer al nuevo inquilino de la Casa Blanca? En cualquier caso, el lenguaje de las finanzas seguramente le hablará más que el de la protección de la naturaleza.

La mejor manera de evitar que estas conferencias, y la acción climática en general, sean el escenario de promesas vacías es posicionar esta agenda como lucrativa, ya que las soluciones que existen marcan la doble casilla de la rentabilidad económica y el bienestar medioambiental.

Alejarse de la lógica estrecha de la compensación económica permitiría también, mediante el seguimiento que acompaña a toda inversión, evitar que los flujos financieros de los países ricos incumplan sus objetivos y acaben manteniendo infraestructuras obsoletas y contaminantes. Se trata de un tema que rara vez se plantea públicamente mientras sigue formando parte de muchos debates a puerta cerrada.

Incluso en un país "avanzado" como Suiza, uno se pregunta por qué se destinan inversiones colosales a ampliar autopistas en lugar de desarrollar capacidades renovables. Sin embargo, en vísperas de una votación local prevista para este mes de noviembre, surge un dilema universal: ¿debemos mantener las viejas infraestructuras o repensar nuestros sistemas para un futuro sostenible; transformar nuestros hábitos o perpetuar el statu quo?

Aprovechemos todas las soluciones a nuestro alcance para cambiar nuestra forma de producir y consumir. El verdadero obstáculo no es la ausencia de soluciones, sino la inacción, una elección que tenemos el poder de transformar, colectivamente, en la COP y en cualquier otro lugar.

A pesar de las críticas dirigidas al país anfitrión de esta COP, sigo creyendo que hablar de transición energética en un lugar donde reinan los combustibles fósiles puede tener un efecto positivo. Si Azerbaiyán siguiera, aunque tímidamente, los pasos de Emiratos Árabes Unidos, que ha invertido cientos de miles de millones de euros en energías renovables, esta cumbre podría marcar un punto de inflexión en la transición del país y servir de inspiración internacional.

Leído anteriormente en Le Temps, La Tribune, EFE Verde et La Repubblica y Forum Nachhaltig.

Escrito por Bertrand Piccard en 14 de noviembre de 2024

¿Le gusta este artículo? Compártalo con sus amigos