Opinión - 2 de mayo de 2019

El carbón unió a Europa en su día. Ahora, es el turno de las energías limpias.

Bandera de la Unión Europea

Escrito por Bertrand Piccard 4 min lectura

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El proyecto europeo se basó en la premisa de salvaguardar la paz mediante la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. El plan de Robert Schuman, que surgió tras la Segunda Guerra Mundial, fue realmente visionario. Como él mismo declaró, "la paz mundial no puede salvaguardarse sin realizar esfuerzos creativos proporcionados a los peligros que la amenazan".

Unos setenta años después, la paz se da por descontada, pero Europa se enfrenta a un futuro incierto, con la sombra de la recesión económica acechando y con algunos cuestionando su propia existencia, necesitamos de nuevo acciones ambiciosas e innovadoras para reactivar el proyecto europeo. Pero el tiempo de los combustibles fósiles ha terminado.

Ahora debemos embarcarnos en una revolución industrial limpia y de energías renovables, a la altura de la gravedad de la crisis climática.

El proyecto europeo está cada vez más en peligro; aparecen brechas cada vez mayores entre liberales y nacionalistas, entre los que abogan por una Europa más abierta y los que temen que una mayor apertura de Europa les deje aún más atrás.

Estas profundas diferencias surgieron claramente en el transcurso del último Consejo Europeo de Bruselas, una reunión que resultó totalmente decepcionante, y que puso de manifiesto el creciente abismo entre Europa Oriental y Occidental. Esta última pretendía lograr una clara mención al objetivo de neutralidad del carbono para 2050, a lo que los países de Europa del Este se opusieron ferozmente.

La protección de nuestro medio ambiente no puede ser rehén de juegos políticos. Debe ser nuestro terreno común.

Independientemente de que los países discrepen en materia de inmigración, impuestos o sistemas políticos... creo que hay un objetivo primordial que debería unir a todos los políticos y partidos políticos europeos: la necesidad de lograr la neutralidad del carbono, proporcionando así prosperidad a toda Europa y a sus pueblos.

Invertir masivamente en tecnologías limpias, abogar por iniciativas de aire limpio, poner un precio razonable al carbono en todo el continente, establecer objetivos ambiciosos en materia de energías renovables, todo ello dará inicio a una era de crecimiento económico sin precedentes.

Debemos sustituir las viviendas antiguas por edificios neutros en carbono, los motores de combustión interna por vehículos eléctricos, la calefacción, la ventilación y el aire acondicionado, que consumen mucha energía, por sistemas eficientes. Todo ello debe estar respaldado por una columna vertebral de energía renovable.

De este modo, podemos lanzar la nueva revolución industrial limpia europea, que representa la mayor oportunidad económica del siglo, creando puestos de trabajo y aumentando el poder adquisitivo de toda la sociedad.

Debemos reconocer que la próxima era de desarrollo económico no se basará en un modelo de crecimiento cuantitativo, que transformó nuestras vidas durante el siglo pasado pero que nos llevó a un callejón sin salida.

Debemos pasar a un crecimiento cualitativo, basado en una economía circular y en la sustitución de los sistemas antiguos, ineficientes, consumidores de energía y emisores de carbono, por dispositivos, tecnologías e infraestructuras nuevos, limpios, energéticamente eficientes, inteligentes y neutros en carbono. Además, las soluciones tecnológicas limpias son hoy más baratas que las sucias, tanto en Europa oriental como en la occidental. Puedo afirmar esto con la máxima confianza, ya que he creado la primera etiqueta para evaluar la rentabilidad económica de las tecnologías limpias: la etiqueta de solución eficiente de Solar Impulse.

Más de cien soluciones han recibido ya esta etiqueta, y hay cientos más en proyecto. Se trata de soluciones limpias que abordan todos los aspectos de los procesos industriales y de la vida humana: nuevos materiales, vivienda, movilidad, alimentación, calefacción.

Por eso, todos los partidos deberían centrarse no en el "si", sino en el "cómo" de lograr la neutralidad del carbono.

En las últimas décadas, los políticos han tenido dificultades para promulgar las normativas que realmente realizarán los cambios necesarios debido a la falta de apoyo de sus principales grupos electorales. Pero ahora es el momento de una nueva oportunidad, de un nuevo impulso que hay que aprovechar, ya que los políticos están recibiendo el permiso de los votantes para dar los pasos necesarios: la comunidad científica lo ha dejado muy claro, los jóvenes votantes se han echado a la calle para pedir más acción, e incluso la comunidad empresarial cree ahora que la neutralidad climática creará nuevas oportunidades para Europa y pide, por tanto, un camino claro para avanzar.

El mayor riesgo sería quedarse quieto y no hacer nada.

Desde el punto de vista económico y social, el peligro de no alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y de no tomar medidas urgentes para reducir la contaminación es terrible. Los fenómenos meteorológicos extremos se han cobrado la vida de 115.000 personas en toda Europa y han supuesto un coste de casi medio billón de euros desde 1980; la contaminación atmosférica es el mayor riesgo medioambiental para la salud en Europa, ya que mata a unos 800.000 europeos al año, acorta su vida y contribuye a la aparición de graves enfermedades. ¿Cómo es posible que los políticos esperen ser reelegidos sobre esta base?

Creo que el panorama político europeo debe ser diverso, demostrando así la vitalidad de nuestras democracias.

Los partidos políticos deben ofrecer diferentes visiones para nuestro continente, y dejar que los votantes decidan el futuro de Europa.

No me dirijo a ustedes hoy para decirles quién tiene razón o quién está equivocado. De hecho, siendo suizo, prefiero mantener la larga tradición de neutralidad de mi país.

Lo que sí creo, y con pasión, es que lograr la prosperidad mediante la neutralidad del carbono no es una cuestión de opinión política. Debería ser el terreno común y la prioridad absoluta de todos los partidos.





Una versión de este artículo se publicó anteriormente en"The European Files, herramienta de trabajo eficaz para los decisores europeos"

Escrito por Bertrand Piccard en 2 de mayo de 2019

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