Noticias - 18 de noviembre de 2025

¿Quién salvará a Paraná?

Escrito por Bertrand Piccard

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Se llamaba Paraná. Tenía mi edad, la de mis libros infantiles. Aún lo recuerdo, vestido con un taparrabos y pescando con una lanza mientras su madre le preparaba un plato de mandioca. Se decía que era un "indiecito". Mi padre me contó que los mataron para robarles sus tierras. Y yo lloré.

Hoy, en la COP30 de Belém, vuelvo a verlo en las pantallas. Ahora le llaman "indígena". La palabra ha cambiado, pero no su destino. Su entorno está devastado, los árboles de su bosque talados, los ríos envenenados. Y todavía tengo ganas de llorar.

Paraná sigue teniendo mi edad, pero él ha crecido. Mientras tanto, el mundo se ha encogido. No en tamaño, sino en valores humanos, en compasión, en lucidez. De repente, siento que los últimos 60 años no han servido para nada. Durante décadas, me he esforzado por demostrar que existen miles de innovaciones limpias y económicamente viables en todos los sectores, que hacen que la transición no sólo sea posible, sino deseable.

Mucha gente está desanimada, con razón, por la trayectoria insostenible de nuestro mundo. Yo lo estoy doblemente: porque, además de ver sus estragos, veo las soluciones que no se están utilizando. Las que podrían desencadenar un paradigma diferente: una economía cualitativa y un capitalismo por fin ilustrado, que cree valor respetando los límites planetarios. Un nuevo software cuyo éxito se mida no sólo por su rendimiento, sino por la atención que presta a los seres humanos.

Y eso es, sin duda, lo que más me conmueve. Hay soluciones -tecnológicas, políticas y económicas- para proteger Paraná y su selva. Pero siguen siendo prisioneras de un sistema que prefiere el beneficio inmediato a la regeneración. Sin embargo, ningún modelo empresarial puede devolver la dignidad a un pueblo que está siendo borrado en nombre del crecimiento. Mientras prevalezca la codicia sobre la compasión, ninguna innovación será suficiente.

Para completar el cuadro, mientras escribo estas líneas, la policía reprime una manifestación de indígenas que defienden sus tierras contra la extracción de petróleo. Uno de los portavoces, todavía jadeante y cubierto de sudor, grita a las cámaras: "No se puede comer dinero". No hay nada más que decir.

Y sin embargo, en medio de esta confusión, hay signos de esperanza. Una de las principales novedades de la COP 30 es el Mecanismo Bosques Tropicales para Siempre, que pretende demostrar que la conservación de los bosques tropicales puede ser una inversión de futuro. Mediante la movilización de capital privado para proyectos viables de protección y regeneración, pretende demostrar que es más rentable conservar que destruir.

Pasar de la emoción a la acción es la única manera de avanzar. Y, aunque algunos digan lo contrario, la transición ya está en marcha. Pero debe llevarse a cabo con humanidad.

Quiero creer que Paraná aún puede salvarse. No por compasión, sino por una visión de progreso que combine rentabilidad y responsabilidad, innovación y respeto.

Salvar la Amazonia no es un acto de caridad, es un acto de supervivencia.


Publicado en Le Temps,La Tribune, EFE Verde, La Repubblica y Forum Nachaltig.


Escrito por Bertrand Piccard en 18 de noviembre de 2025

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