Opinión - 11 de marzo de 2020

Después del coronavirus, no volvamos a la normalidad, vayamos hacia lo mejor

- Foto de Jamie Street

Escrito por Bertrand Piccard

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En los últimos días se han producido algunos avances notables en el esfuerzo por detener la propagación del Covid-19. Está claro que debemos estar muy atentos. Esa misma vigilancia debe extenderse a cómo tratamos sus efectos secundarios.

En este momento hay dos prioridades que compiten entre sí: la primera es detener la propagación del virus y la segunda es evitar que la economía se hunda.

Está claro que en este momento hay que centrarse en la situación sanitaria. Pero la forma en que reaccionemos una vez que esté controlada tendrá consecuencias de gran alcance.

Las repercusiones económicas ya se están notando, sobre todo en las empresas más pequeñas que tienen menos medios para sobrevivir, ya que la demanda se ha reducido bruscamente y las cadenas de suministro se han interrumpido. Ya se espera que el crecimiento económico mundial de este año sea tan lento como el de 2009. Mi mayor preocupación es cómo reaccionarán los mercados y los responsables de la toma de decisiones ante una economía tambaleante, y lo que eso significará para los esfuerzos de protección del clima.

Permítanme explicar mi pensamiento. Ya he dicho antes que una recesión económica -sea cual sea la causa- podría paralizar masivamente los esfuerzos por desarrollar economías limpias y sostenibles. Esto se debe a que tenemos que invertir masivamente en nuevas tecnologías para que podamos mantener nuestras emisiones en niveles seguros. Y aunque está claro que invertir en la protección del medio ambiente no sólo es un buen negocio, que crea puestos de trabajo y nuevas industrias, los frágiles mercados son conservadores. Y la toma de decisiones conservadora significa más petróleo, más carbón, más de los mismos modos de producción contaminantes de siempre.

Lo vimos en la última recesión mundial y -aunque una desaceleración inducida por el coronavirus quizá sea más fácil de superar que la crisis de las hipotecas de alto riesgo, ya que el reto es externo y no endémico del sistema en su conjunto- los agentes del poder serán menos propensos a asumir riesgos en lo que respecta a las decisiones políticas y de inversión.

No tuvimos tiempo para eso en 2009, y ciertamente no tenemos tiempo para eso ahora.

La situación climática es tan grave que no hace falta decir que seguirá siendo la prioridad a largo plazo. Pero sabemos que mientras se pierden puestos de trabajo, las familias sufren y las empresas se hunden, bajaremos la cabeza y buscaremos las soluciones más rápidas, ignorando la verdad que está más allá de nuestro horizonte inmediato; que esta vez no podemos permitirnos responder así

Así que esta es una petición a todos los que tienen el poder de marcar la diferencia; cuando consigamos controlar esta crisis, nuestros esfuerzos para apoyar a las personas y a la economía deben ir de la mano de la lucha contra la crisis climática, estimulando la inversión en las industrias e infraestructuras limpias, eficientes y rentables que impulsarán nuestro mañana.

De nada sirve recuperar la economía mundial si al hacerlo nos encerramos en una crisis aún mayor de la que ya no podemos salir.

Así que, después del coronavirus, no volvamos a la normalidad, vayamos hacia lo mejor.

Escrito por Bertrand Piccard en 11 de marzo de 2020

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