Opinión - 20 de diciembre de 2017

Cómo evitar el próximo desplome del mercado de valores

arenas bituminosas en alberta
- Foto de La manada, Jeff Wallace vía Flickr

Escrito por Bertrand Piccard 4 min lectura

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Recientemente, he estado reflexionando sobre un factor que ha sido ampliamente ignorado por los medios de comunicación en su información sobre la COP 23 y la reciente cumbre del clima en París, a saber, el riesgo de una espectacular caída del mercado de valores. ¿Por qué?

En la actualidad, existen dos mundos paralelos: un viejo mundo que ve el futuro como una extrapolación del pasado, pretendiendo ignorar el desarrollo de las formas de energía renovables; y un nuevo mundo que aboga por un cambio radical en nuestras actitudes hacia la energía y el medio ambiente.

Nada nuevo en todo esto, salvo que esta asimetría conlleva una gran amenaza para la estabilidad económica. Como prueba de ello, basta con considerar la decisión adoptada recientemente por un gran número de grandes actores económicos de dejar de financiar los combustibles fósiles, o incluso de vender sus acciones en este sector mientras conserven algún valor, para invertir en fuentes de energía renovables.

La realidad actual es que el gran dinero ha empezado a fluir en una nueva dirección, en gran medida en detrimento de los combustibles fósiles. El sector de los seguros se ha dado cuenta de los riesgos inherentes al cambio climático, tanto por interés propio como por principio ético. Y los fondos de pensiones, los agentes de bolsa, los bancos y las grandes empresas ya están abandonando discretamente el barco antes de que se hunda. Las acciones de las energías fósiles empiezan a parecer basura de la que hay que deshacerse rápidamente.

¿No les recuerda esto a algo? ¿Quizás a la crisis de las hipotecas de alto riesgo de 2008 o a la burbuja de Internet de 2000?

En cuanto al medio ambiente, es evidente que todo va demasiado lento. La situación es mucho más grave de lo que se preveía, y Emmanuel Macron ha sido valiente al señalarlo: "¡Estamosperdiendo la batalla [contra el cambio climático]!"Pero en el mundo de la economía, todo va muy rápido. ¿Demasiado rápido? Las empresas del viejo mundo pronto se quedarán vacías, no de petróleo sino de liquidez financiera. Si ya no pueden invertir en nuevas minas de carbón, pozos petrolíferos, yacimientos de arena de alquitrán o fracking, se corre el riesgo de que se produzcan sonadas quiebras. Algunos ya lo predicen para la próxima década...

No nos dejemos engañar por las apariencias. Esto podría ser una excelente noticia para el medio ambiente, pero sería una catástrofe mundial para la humanidad. Con una reacción en cadena de empresas en quiebra y decenas de millones de personas desempleadas y abandonadas, muchos pensarán con nostalgia en el crack bursátil de 1929... ¡Irónicamente, existe el riesgo de que el colapso de nuestra sociedad se produzca más rápidamente por la prevención del cambio climático que por el propio cambio climático!

Así que es absolutamente vital hacer que el viejo mundo acompañe la transición energética, para obligarlo a evolucionar, en contra de sus instintos. Deshacerse de los combustibles fósiles no debería significar deshacerse de las empresas vinculadas a ellos. Estas empresas están en proceso de pasar de la condición de acusadas a futuras víctimas. Pero si caen, todos caeremos con ellas. Por consiguiente, lejos de luchar contra ellas, deberíamos ayudarlas, apoyarlas, mostrarles las ventajas de diversificarse en el nuevo mundo, protegerlas del síndrome de Kodak. Tienen el savoir-faire, la tecnología, la experiencia y los recursos financieros (durante unos años más...) para salvar el planeta, al tiempo que se salvan a sí mismos. Hagámoslo sin violencia, pero con firmeza, porque hay que sacudirlos un poco para que entiendan exactamente lo que está pasando.

Escrito por Bertrand Piccard en 20 de diciembre de 2017

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