Solar Impulse:
el embajador de la visión de Bertrand Piccard
Como explorador que cree en las acciones concretas y tangibles, Bertrand Piccard concibió el proyecto Solar Impulse para dar credibilidad a su mensaje y establecer una marca para el futuro.
Primer manifiesto
Bertrand Piccard definió la filosofía del proyecto, así como su alcance simbólico y político, en un Manifiesto escrito ya en 2004.
Nuestra ambición para Solar Impulse es que los mundos de la exploración y la innovación contribuyan a la causa de las energías renovables. Queremos demostrar la importancia de las tecnologías limpias para el desarrollo sostenible y volver a situar los sueños y las emociones en el centro de la aventura científica.
El público, que se entusiasma con las grandes aventuras, está dispuesto a sumarse a los sueños de pioneros y exploradores. Solar Impulse quiere movilizar este entusiasmo en favor de tecnologías que permitan disminuir la dependencia de los combustibles fósiles e induzcan emociones positivas sobre las energías renovables.
Hay que llamar la atención de la opinión pública sobre los cambios necesarios para garantizar el futuro energético y ecológico de nuestro planeta. Asimismo, una imagen positiva y estimulante de la protección del medio ambiente debe demostrar que las fuentes de energía alternativas, relacionadas con las nuevas tecnologías, pueden lograr lo que algunos consideran imposible. Desde que el movimiento ecologista apareció en escena en los años 70, un conflicto irreconciliable ha dividido a los que quieren proteger la naturaleza, y que reclaman reducciones de la movilidad, el confort y el crecimiento, de los que, en el mundo empresarial e industrial, defienden el empleo y el poder adquisitivo de las personas.
Hoy, por primera vez, esta brecha puede salvarse, y la respuesta es la tecnología limpia. Por fin existen tecnologías que pueden proteger el medio ambiente de forma rentable y, al mismo tiempo, aportar beneficios a las empresas.
El problema de nuestra sociedad es que, a pesar de todos los grandes discursos sobre el desarrollo sostenible, estamos muy lejos de utilizar las tecnologías limpias que ya están a nuestra disposición.
Cada hora, nuestro mundo consume alrededor de un millón de toneladas de petróleo, por no hablar de otros combustibles fósiles, escupe a la atmósfera suficientes emisiones contaminantes como para alterar el clima y deja a la mitad de la población estancada en unas condiciones de vida totalmente inaceptables. Y, sin embargo, todo podría ser ya tan distinto…
Hasta ahora, las energías renovables, a menudo monopolizadas por partidos políticos marginales, han carecido de un impulso promocional y comercial realmente dinámico. Los ecologistas sólo podrán hacer oír su voz si hablan el mismo lenguaje que aquellos a quienes quieren convencer. Ahora urge dejar atrás la división que no ha llevado a ninguna parte durante 40 años, para unir por fin la ecología con la economía, el medio ambiente con las finanzas, y una visión de conjunto con el interés político a corto plazo.
Ciertamente, parece que si el desarrollo sostenible tiene dificultades para hacerse realidad, es porque la mayoría de las veces sigue estando asociado a costes agobiantes y a una restricción de la comodidad o la movilidad.
Es esta idea la que hay que corregir. En efecto, aunque nuestro comportamiento corra el riesgo de destruir el planeta, nadie parece dispuesto a sacrificar su nivel de vida. Sin duda, nuestros nietos acabarán sus días sin petróleo y entonces nos llamarán los “saqueadores de recursos preciosos”, pero como seres humanos, generalmente nos motiva más nuestro interés personal a corto plazo que la empatía a largo plazo por nuestros semejantes o nuestro medio ambiente.
Puesto que no podemos cambiar el carácter del ser humano, hagamos un esfuerzo por adaptarnos a su forma de funcionar. Intentemos darle un interés personal para que entre en la forma de pensar en términos de desarrollo sostenible. Demostremos que estamos ante un nuevo y enorme mercado con todo tipo de salidas económicas y políticas para quienes sepan invertir en él a tiempo. Señalemos los intereses científicos, favorezcamos el espíritu pionero, promovamos una nueva moda, en el sentido positivo de la palabra, que permita admirar a los usuarios de las energías renovables. No tratemos de obligar a la población a seguir contra su voluntad el camino trazado en Río o en Kioto, pero demos prioridad a quienes inventen o utilicen nuevas tecnologías respetuosas con el medio ambiente. El consumo excesivo de gasolina, la calefacción o la refrigeración sin motivo de lugares privados o públicos o el consumo de productos no reciclables podrían pasar rápidamente de moda, incluso estar mal vistos. Está claro que este enfoque de “codazo” no ha funcionado suficientemente bien.
Se necesita más que nunca un marco jurídico. Las tecnologías limpias existen, pero no llegarán plenamente al mercado hasta que los gobiernos hayan fijado objetivos muy claros de eficiencia energética y ahorro de energía fósil.
Entonces se podrán presentar pruebas reales de que proteger el medio ambiente es rentable.
- Bertrand Piccard, Manifiesto 2004