Miembro - Leviathan Dynamics

Necesitamos refrigeración en nuestra vida cotidiana para conservar los alimentos, disponer de aire acondicionado, pero también para permitir un mejor funcionamiento de la mayoría de los sistemas tecnológicos, como servidores informáticos, maquinaria industrial, procesos industriales, etc. Sin embargo, los sistemas de refrigeración (HVAC-R) actuales utilizan intensivamente gases fluorados como refrigerante. Estos gases contribuyen en gran medida al efecto invernadero. 1 kg de gases fluorados que se filtra a la atmósfera equivale a 3,5 toneladas de CO2 de media. A escala mundial, la contribución de los gases fluorados al calentamiento global representa 1.000 millones de toneladas de CO2 al año. La concienciación sobre el impacto de los gases fluorados en el calentamiento global empujó a la mayoría de los gobiernos a regular el uso de estos refrigerantes con un plan de eliminación progresiva a largo plazo por parte de regiones líderes como Europa y Estados Unidos. Existen normativas similares en todo el mundo tras el Acuerdo de Kigali. Existen refrigerantes alternativos en el mercado. Sin embargo, pueden ser tóxicos, inflamables o funcionar a presiones muy elevadas, lo que conlleva grandes restricciones en la instalación y el mantenimiento. Nuestra idea es sencilla: en lugar de utilizar fluidos peligrosos que se producen de forma cuestionable y que tienen un impacto nocivo en el medio ambiente, hemos pensado en utilizar el fluido más natural, abundante y neutro del mundo: ¡el agua! El agua es un fluido formidable con excelentes propiedades termodinámicas. Puede utilizarse en un sistema de refrigeración para todas las aplicaciones de temperatura positiva. Su uso en un sistema de refrigeración es muy eficiente y escalable, con una ganancia del 30% en eficiencia energética en comparación con el sistema de refrigeración convencional y un rango de potencia de refrigeración de 2kW a 2MW. Dado que las aplicaciones de temperatura positiva representan aproximadamente el 80% de la demanda mundial de frío, cuando nuestra idea se aplique a gran escala, podríamos reducir la emisión mundial de gases de efecto invernadero en 800 millones de toneladas de CO2 al año.