COP 28 - día 1: ¿ya se ha hecho algo bueno?

El año pasado, en Sharm-El Sheikh, los países del Sur Global esgrimieron el llamamiento a la compensación como condición previa para la aceptación de la agenda, pero durante un año hubo mucho ruido para pocos resultados. Esta vez, el Presidente de la COP, Al Jaber, la despachó en un santiamén. En medio de los puntos rutinarios de procedimiento, en el sopor general que también me había adormecido, no surgió ninguna oposición y se aceptó el principio tan esperado de este fondo, para sorpresa de todos. A no ser que fuera gracias a una meticulosa diplomacia previa. El público, visiblemente asombrado de que hubiera salido adelante con tanta facilidad, se levantó para ofrecer una gran ovación.

Veamos un poco más adelante.

Esta fue la primera gran noticia surgida de la COP 28 de Dubai: la creación de un "Fondo para pérdidas y daños" gestionado por el Banco Mundial, que formaliza las contribuciones de los países desarrollados al Sur Global para hacer frente a los efectos del cambio climático.

A menudo considerado secundario, o incluso menor, este Fondo se mencionó y debatió durante mucho tiempo, pero nunca vio la luz nada concreto en las anteriores COP. La propuesta de que el Banco Mundial acogiera el Fondo suscitó un acalorado debate, aunque la cuestión parece haberse zanjado confiando a esta institución la gestión del Fondo durante un periodo inicial de 4 años.

Entusiasmo general, pues, aquí en Dubai y en los medios de comunicación internacionales. Es una buena noticia y un paso necesario para estos países, ya muy afectados por la crisis climática, aunque hayan contribuido poco a ella. Basta con observar las trayectorias demográficas para comprender que lo que se decida hoy en estos países tendrá un gran impacto en el mundo de mañana. Por eso es imperativo que el Sur Global se sume a la acción por el clima. Y el acuerdo histórico para establecer este Fondo en este primer día de la COP es un paso clave en esa dirección.

Pero, si bien es cierto que se ha hecho algo bueno, ¿se ha hecho bien?

Mientras hablaba con mi equipo, uno de mis colegas comentó la noticia diciendo "qué bonito". Este comentario, que puede sorprender, está relacionado con dos aspectos; en primer lugar, la suma prometida en el momento de escribir estas líneas - 460 millones de USD - no es más que una gota en el océano en comparación tanto con las necesidades (estimadas en al menos 100.000 millones de USD al año), como con los 4 billones de USD de ingresos netos obtenidos por las empresas petroleras y gasísticas el año pasado. O en relación con los 1,3 billones de dólares que se destinan cada año a subvencionar los combustibles fósiles en todo el mundo, según el FMI

Más allá de la cuestión del volumen, está también la de la naturaleza de los anuncios prometidos: ¿se desembolsarían estos fondos en forma de donaciones? ¿Préstamos concesionales? ¿Habrá financiación adicional o reasignaciones? ¿Cuál es el calendario de desembolsos?

Si queremos pasar del simbolismo al impacto, la clave está en que estos fondos desencadenen una cierta dinámica en el despliegue de soluciones limpias y rentables, en beneficio de las poblaciones vulnerables. No hay razón para que el acceso de los pequeños agricultores a la energía limpia no se traduzca también en una mejora de la productividad y, en definitiva, en progreso socioeconómico. No hay razón para no garantizar que la ejecución de los fondos se lleve a cabo de forma transparente.

Es absolutamente necesario vincular estos fondos de "pérdidas y daños" a un plan concreto de aplicación de soluciones limpias, y de energías renovables en particular. No hacerlo es como anunciar un fondo sin recursos reales: es bonito, sí, pero no ayudará a hacer frente a los crecientes desafíos a los que se enfrentan estos países.

Publicado en primer lugar por La Repubblica, La Tribune, EFFE Verde y Forum Nachhaltig Wirtschaften.